Notas al programa – 09.08.2014

La sinfonía nº 10 op. 93 de Dmitri Shostakovich fue estrenada por Evgeny Mravinsky y la Orquesta Filarmónica de Leningrado en diciembre de 1953, meses después de la muerte de Joseph Stalin. Aunque muchos han querido ver en ella un retrato del régimen del tirano, personas cercanas al compositor aseguran que había sido finalizada dos años antes. Tiene sentido, no obstante, que Schostakovich esperase para estrenarla, dado que en 1948 había sido acusado por segunda vez de escribir música formalista de influencia occidental -y retirado por ello de su puesto en el conservatorio-. Y es que esta obra está inconfundiblemente inscrita en la gran tradición sinfónica europea, como muestran su estructura y su inspiración en las creaciones de Gustav Mahler, si bien está jalonada de elementos folklóricos eslavos.

El primer movimiento tiene forma estricta de sonata, y el segundo es un scherzo de rítmicas enérgicas y pasajes furiosos. En el tercero se alternan la firma musical del compositor (el recurrente tema “re – mi bemol – do – si”) y el tema de Elmira (“si-mi-si-la-mi-si”), alumna a la que Shostakovich apreciaba más allá de la amistad; el motivo de Elmira, presentado repetidamente por la trompa, guarda enorme parecido con un tema de la canción de la tierra de Mahler, cuyos ambientes sonoros impregnan esta sección. El cuarto movimiento comienza como un andante, pero se convierte súbitamente en una danza de gopak ucraniana.

 

La Suite montañesa es la obra orquestal más importante de nuestro Arturo Dúo Vital; revela el dominio que el prolífico autor tenía de la orquestación de reminiscencia impresionista –a pesar de ser sólo su segunda obra en el género sinfónico-, y de la estilización de elementos populares. Compuesta en 1949, supuso la carta de presentación de Dúo Vital como recién nombrado profesor del Real Conservatorio de Madrid, y es un ejemplo representativo del sinfonismo español de comienzos del siglo XX.

Eligió Dúo la suite, modelo recurrente en su época para las obras inspiradas en la música popular, ya que da una libertad formal que no permiten otras estructuras. Los tres movimientos suponen en esencia la orquestación de tres de las Seis canciones populares montañesas escritas por el propio compositor en 1939, inspiradas a su vez en temas de la región. Incorpora la pandereta como elemento típico cántabro, y tanto la ambigüedad modal como la potenciación del viento madera –y particularmente del oboe- contribuyen a fomentar el color folklórico. El primer movimiento comienza con una tonada de ronda expuesta por el violoncello que se convierte después en un pasaje fugado. En el segundo movimiento nos presenta Dúo Vital uno de sus temas favoritos, para el que crea un ambiente tranquilo y poético en que hace resaltar los distintos timbres de la orquesta. El último movimiento toma su tema de un baile colectivo de parejas de acentuado aire español.

El estreno privado en diciembre de 1950, por la Orquesta de Radio Nacional con el compositor a la batuta, fue grabado y emitido en España y América. El estreno público fue el 11 de febrero de 1951 en el Teatro Buenos Aires de Bilbao, con la orquesta de dicha ciudad dirigida también por el compositor. En los años posteriores la suite fue interpretada con gran éxito por varias orquestas del panorama nacional, entre ellas, la Orquesta Nacional de España con Ataúlfo Argenta al frente; una de ellas fue en el FIS en 1953.

Hoy, la Suite montañesa sonará ya por sexta vez en el FIS; pero por primera vez lo hará en manos de los músicos de la región.

 

Irene Benito

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